El presupuesto público constituye un instrumento idóneo para hacer avanzar el mandato de los poderes públicos en materia de igualdad entre mujeres y hombres debido a su carácter horizontal a las políticas públicas y a su capacidad para reorientar prioridades y para reasignar recursos. Todas las políticas presupuestarias tienen implicaciones para la igualdad de género en mayor o menor medida, por lo que es fundamental disponer de instrumentos suficientes para desentrañar sus efectos positivos o negativos, tanto en la vertiente de los gastos como de los ingresos con los que se sustenta el presupuesto.
Elaborar un presupuesto con perspectiva de género permite mostrar cómo las decisiones presupuestarias afectan de diferente manera a las mujeres y a los hombres, y significa revisar las decisiones de financiación pública con el fin de garantizar que contribuyen a avanzar en materia de igualdad de género y no a reforzar las desigualdades existentes.


