En 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas firmó la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación hacia las mujeres.
En dicha convención, los diferentes Estados miembros de la Asamblea General se comprometieron a promover políticas para afrontar cualquier tipo de discriminación hacia las mujeres.
En 1995, en la IV. Conferencia Internacional de Mujeres celebrada en Beijín, el compromiso internacional aumentó; las autoridades firmaron que la igualdad entre mujeres y hombres tenía que ser Objetivo de los Estados del Mundo y que la estrategia principal para ello sería el “mainsteaming”.
El mainstreaming o la transversalidad significa que las políticas de Igualdad tienen que realizarse desde todos los ámbitos: es decir, las políticas de Igualdad tienen que salpicar a todos y cada uno de los campos y métodos. Este concepto fue revolucionario en la década de los 90, ya que desde entonces, conseguir la Igualdad se ha convertido en responsabilidad y deber de todas y todos, no únicamente de las secciones de Igualdad.
En resumen, según todas las organizaciones internacionales importantes, la Igualdad entre mujeres y hombres es un objetivo estratégico imprescindible para el bienestar de la sociedad.
De este modo, el Consejo Europeo indica que:
“Los Presupuestos de género son una aplicación de “gender mainstreaming” en el proceso presupuestario.
Consisten en una valoración de los presupuestos que incorpora una perspectiva de género a todos los niveles del proceso presupuestario y reestructurando los ingresos y los gastos para promover la Igualdad de género”.
Es más, la ex Parlamentaria de sudafricana Pregs Govender añade:
“El presupuesto refleja los valores de un país, a quién se valora, qué trabajo se valora y a quién se recompensa por ello, y quién, qué y de quién es el trabajo que no se valora ni recompensa”.
Los presupuestos no afectan de igual manera a las mujeres o a los hombres. Pongamos ejemplos extremos; los trabajos de cuidado suelen ser realizados por mujeres en la mayoría de los hogares. El presupuesto de la ayuda domiciliaria está destinado a la ayuda a personas de la 3a edad o con alguna diversidad funcional. Por lo tanto, si no distribuimos esa ayuda o si la disminuimos, afectará sobre todo a las mujeres. Si se quiere invertir en el estadio de fútbol de la ciudad, y si hubiera programa presupuestario para ello, siendo los jugadores, la directiva y la mayor parte de la afición hombres, ese programa presupuestario afectaría, sobre todo, a los hombres. Al fin y al cabo, las realidades económicas y sociales de las mujeres y los hombres son diferentes, por ello afectan los presupuestos de distinta manera a unas o a otros.